martes, 31 de marzo de 2009

La amarillenta luz iluminaba tenuemente mi habitación.
Mientras la ciudad dormía sus palabras hacían eco.
A lo lejos escuché un canto.
Era un ave anunciando el egoísta amanecer.
Sabía que no había vuelta atrás.
Algo había muerto.
Y allí estaba yo...emocionalmente inerte.

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